viernes, 31 de enero de 2014

¿Berrinche de adulto? Malacrianzas de niño viejo…ya lo decía Santa Mónica de su propio esposo…

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¿Por qué grita ese hombre, mamá?,  preguntaba un niño a su madre que iban por la calle y al pasar por una casa escucharon a un hombre gritar como demente a su esposa. El niño caminaba asombrado de lo que escuchaba, del tono de rabia que descubría en las palabras y no era para menos. Sintió miedo y se lanzo a los brazos de su madre. 

 El hombre estaba fuera de si había dejado salir la parte animal que llevamos y “la razón y la cordura” habían sido encadenadas para no dejarlas salir. Y no se hable de la caridad esa ni huella de ella se podía percibir.

¿Por qué grita? Es la pregunta normal que cualquiera se hace ante una situación asi.  Si mi madre estuviera en los zapatos de esa señora le hubiera dicho “¿Por qué gritas yo no estoy sorda?” y hubiera seguido haciendo sus quehaceres sin la menor preocupación de atender los berrinches del hombre.  A mami le hubiera gritado una vez pero no dos. Gracias a Dios mi padre no era hombre de gritos, cuando tenía un disgusto era cuando menos hablaba hasta que le pasara el calor de los sentimientos que afloraban para no arrepentirse de una palabra o de una acción equivocada que pudiera herir sensibilidades.  Cuando se sentía sumamente tranquilo entonces hablaba y expresaba lo que sucedía y la razón de su malestar. Eran muy sabios mis padres.

Cuando el “verdugo vociferon” descubre que sus gritos no llegan a impactar a la víctima, que por el contrario se le ignora como si no existiera termina por silenciarse y alejarse avergonzado, a menos claro está, en aquellos casos que se trate de un enfermo mental que respondería con la agresividad.

Cuando el esposo, el padre, el novio, el abuelo o el jefe utilizan como medio de defensa, de dominio, gritar como un león a la victima que ataca con sus gritos no tiene jamás la razón. La razón no grita, la razón convence con palabras suaves y firmes. El que grita es el que está perdido y necesita sentirse que domina la situación prevaleciendo en sus posturas egoístas y soberbias.


Hay veces que la mujer se enfrenta tratando de exponer sus argumentos, al ver que no es escuchada  se queda en silencio, pero si comienza a gritar también, entonces el hombre abre  mucho mas su boca para dominar la situación con sus gritos… se pierde la cordura prevaleciendo el instinto animal de quien domina a quien…

Volviendo a la escena de la madre y el niño, encontramos que la madre, al igual que su pequeño hijo, quedo impresionada sintiendo una gran pena por la mujer que tenía que soportar tanta amenaza…porque el que grita está amenazando a la victima… dejando salir la espada de su lengua que herirá mortalmente el corazón y la sensibilidad de su víctima. Siente la necesidad de herirla,  y quién sabe si llegara a sentir satisfacción por herirla.

El gritón gusta de ridiculizar, herir y menospreciar  su víctima con las palabras, con el tono de voz que utiliza, con los gestos, acercándose a la víctima como si fuera a atacarla y despedazarla.
Se olvida totalmente de Dios… se llena de  emociones descontroladas que aviva  el fuego despiadado de la ironía y sarcasmo. ¡Cuántas heridas innecesarias! ¡Cuánto dolor desgarrador!!  Y lo peor que si la victima habla y expone sus argumentos es como si echara leña al fuego provocando un incendio de rabia descomunal. Al final el mensaje es: “no me lleves la contraria”, “Yo tengo la razón, las cosas son como yo las veo”…
Y la caridad, ¿por dónde anda?  Y la paciencia, ¿a dónde se mudo?  Me viene al pensamiento: la dignidad de la persona, ¿qué paso que la pisoteas sin piedad?

Recuerdo una joven pareja que el joven me decía: “es que ella me hace perder la alegría,  me daña las cosas con sus acciones y comentarios”… Siempre que salían a divertirse, o a encontrarse con la familia terminaban en pelea, el fuera de sí vociferando como un león… ella era la culpable de todo. Eso es un ejemplo de un hombre maltratante…dirían los expertos en la materia.  Para mi pobre opinión eso es simplemente un “berrinche de adulto” como los niños que patean, se dan con la cabeza en el piso, rompen cosas y gritan fuera de control porque quieren algo y sus padres le han negado complacerlo. Esa misma actitud la siguen alimentando aun de adultos y de viejos. Actitud egoísta donde ellos tienen la razón…  Claro está el enfermo mental ya es sumamente preocupante para la familia, aunque estos otros ejemplos no dejan de serlo también.

Decía mi abuela:  en cosas de matrimonio no  puede uno entrar porque sale perdiendo…hoy se matan y mañana andan como novios… Y consejos no valen aunque mucha atención presten y muchas promesas hagan…pero a la hora de la verdad… reconocemos que  no aceptaron nada y quién sabe si ni siquiera escucharon, aunque todo sea para  el bien de la pareja, por su bien espiritual… el amor propio manda no dejando cabida a consejo alguno… “yo” reinando en todo su esplendor y gusto… y la esposa víctima  y los hijos a la deriva…

Solo nos queda orar…orar…orar… orar… observar en silencio esperando una gracia tumbativa para quien complejo de fiera tiene… y ellas sentimientos de victimacion sufren…


Desde la Soledad del Santuario

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